jueves, 21 de abril de 2011

No a la baja


Sobre el proyecto de Baja en la edad de imputabilidad

NOS SIGUEN PEGANDO ABAJO

Es en nuestro carácter de (futuros) cientistas sociales, como nos enseñan frecuentemente en la carrera, que nos vemos obligados a desnaturalizar, a hacernos de una actitud crítica para poder repensar aquellos elementos que muchas veces se nos presentan como dados: es el caso de las nociones de “delito” y de “castigo”, recuperadas desde el discurso político y reproducidas tantas veces por los medio masivos de (des)comunicación.

En estos discursos se llevan a cabo gran parte de los mecanismos por los cuales la “opinión pública” hace suyas ciertas ideas y hace pasar por naturales algunos hechos que distan mucho de serlo. De esta manera, hacemos propio el cuestionamiento a una visión del delito que no estudia al mismo como resultado de determinados procesos sociales, que hace la vista gorda ante la responsabilidad del Estado en la definición de lo que es un “sujeto desviado”, que analiza las leyes sin prestar atención a la manera en que se constituyeron como tales y, fundamentalmente, que sienta las bases para planteos que sostienen la necesidad de bajar la edad de punibilidad/imputabilidad.

La problemática de la inseguridad es un tema que ha cobrado cada vez más trascendencia en los discursos políticos, mediáticos y, claro, en el colectivo social. De unos años a esta parte, la figura más molesta para los defensores del orden y, por consiguiente, para gran parte de la sociedad, ha sido sin lugar a dudas la juventud de nuestro país. Escuchar constantemente el discurso discriminatorio en el que se basa esta visión sobre la inseguridad que estigmatiza a la juventud, lleva a naturalizarlo, interiorizarlo y repetirlo, creando pautas de comportamiento acordes al mismo. El discurso constituye así un recurso dentro de una estrategia de control social, a partir del cual se reafirman las diversas representaciones sociales discriminatorias que son funcionales a la reproducción de un determinado orden social de dominación.

Es así como se entiende la aparición de la idea de castigo, de criminalización de los jóvenes, como resolución a esta problemática. Tal como plantea Foucault, el castigo cumple aquí la función de reprimir y prevenir aquellos delitos que puedan atentar contra el orden social establecido; hallando como principal enemigo a los jóvenes, verdaderas víctimas de este orden social que los margina y estigmatiza. Bajar la edad de imputabilidad se presenta entonces como solución al problema de la inseguridad, entendiendo a éste únicamente a partir de los intereses específicos de los defensores del orden, que son quienes plantean la inseguridad como problemática central en primer lugar.


Frente a esto, nos preguntamos ¿qué es la inseguridad? La desigualdad es, sin duda, la mayor causa de inseguridad y uno de los fenómenos de violencia más grandes. Pero los centenares de muertes evitables de niños y niñas menores de 5 años no ocupan nunca las primeras planas, como tampoco lo hacen los casos de pibes del conurbano bonaerense desaparecidos a manos de la policía o las cientos de niñas secuestradas y explotadas sexualmente con su complicidad.
Es en este sentido que debemos adoptar una visión más amplia sobre lo que implica la inseguridad. Mientras diversos sectores del Gobierno, encabezados por el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Daniel Scioli, sustentan su postura sobre la base de estos discursos estigmatizantes de la juventud para plantear la necesidad de más mano dura; y mientras diversos sectores “progresistas”, entre los que se encuentra el Juez de la Corte Suprema E. Zaffaroni o el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), encabezados por H. Verbitsky, amparados en posiciones garantistas del derecho, apoyan la sanción de la ley propuesta, planteando la necesidad de crear un régimen de garantías procesales para los jóvenes …

Nosotros entendemos que la inseguridad pasa por otro lado y hallamos a su principal responsable en la figura de un Estado ausente y presente al mismo tiempo: ausente en su rol de garantizar la permanencia en el sistema educativo y el acceso a un derecho tan básico como la Salud; ausente también en su deber de combatir la pobreza extrema, de acabar con la explotación laboral, de enfrentar la trata de personas.
Pero presente a la vez, porque son las diferentes fuerzas policiales, el mundo adulto, los medios de comunicación, con la complicidad del Estado, los principales responsables de crear, sostener y reproducir un régimen de marginación social por el cual se sustenta el Estado mismo.

Creemos que los pibes son el eslabón más débil de los grupos delictivos y las empresas criminales y que bajar la edad de imputabilidad no significaría brindarles ninguna clase de garantías. Diariamente, observamos la incapacidad por parte del Estado para controlar las instituciones de encierro que hoy funcionan, ¿consideramos entonces que podrá controlar las que piensa crear? 
Bajar la edad de punibilidad es aceptar que vayan presas las principales víctimas del neoliberalismo que esta sociedad eligió y apoyó durante una década, es no hacernos cargo de las víctimas de nuestras propias decisiones.

Bajar la edad de imputabilidad es responsabilizar a los jóvenes por la desigualdad, es seguir estigmatizándolos, es arriesgarlos al maltrato policial en los barrios. Es criminalizarlos, discriminarlos y naturalizar la desigualdad propia del sistema en el que estamos inmersos. Es olvidarnos que esos adolescentes, condenados desde antes de nacer, son las primeras víctimas de la inseguridad.



RECUADROS:
PRIMERO
Ante el proyecto de ley presentado en el Congreso de la Nación que plantea bajar la edad de imputabilidad a los 14 años se ha convocado a distintas personalidades de la cultura, la política y los medios a rechazar este proyecto de ley. Desde el ESPACIO NO A LA BAJA, en el cual confluimos junto con la CTA y diversas organizaciones que trabajan el tema de la niñez, hemos convocado a una Audiencia Pública en el Congreso en la cual, junto a Serpaj, Madres de Plaza de Mayo, diputados  y distinta organizaciones y personalidades hicimos claro nuestro reclamo por el ¡NO A LA BAJA DE EDAD DE IMPUTABILIDAD!


SEGUNDO
Los jóvenes no somos peligrosos, estamos en peligro.
¿Sabías que en Argentina hay aproximadamente 6 millones de pibes que viven en situación de pobreza, la mitad de ellos pasa hambre? ¿Que hay 720 mil chicos que no van a la escuela y 730 mil que no saben leer ni escribir? ¿Que el Estado, a través de la policía, mata un pibe cada 28hs?
Fuentes: CTA, Cippec y Correpi.

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