jueves, 3 de septiembre de 2009

A modo de introducción: un breve repaso histórico de nuestro plan de estudios

En el anterior boletín, hemos buscado hacer una “presentación” del plan de estudios de la carrera a través de las entrevistas a los candidatos a director de la carrera del año 2007, buscando mostrar desde distintas perspectivas, cuáles eran las virtudes y cuáles las deficiencias de este plan de estudios. En este apartado, intentaremos seguir desarrollando un acercamiento a esta problemática central en nuestra vida académica como es el plan de estudios, en este caso mediante un acercamiento histórico al mismo.



El plan de estudios de la carrera de sociología se crea en diciembre de 1987, a partir de la Comisión Curricular Permanente, comisión compuesta por los tres claustros, elegidos democráticamente (a diferencia de lo que sucede actualmente en la carrera de Trabajo Social, donde los representantes del claustro estudiantil han sido elegidos a dedo y en una proporción minoritaria), convocada a principios de ese mismo año para revisar el plan de estudios de 1985 y, en el caso de que lo creyera conveniente, presentar un nuevo proyecto de plan de estudios.
Esta convocatoria tenía por objetivo poner fin a una situación por la cual se estaba funcionando con dos planes de estudios paralelamente, por un lado el ya mencionado de 1985, al cual el claustro estudiantil había decidido no apoyar, y por otro lado, el plan de estudios creado en 1976 por los interventores de la última dictadura militar. Y como salta a la luz, la salida no era por la opción de uno u otro plan, sino
la creación de uno nuevo que pudiera dar cuenta de la renovación académica que se estaba dando en esos años, con la incorporación de nuevas materias, seminarios y talleres y que, a su vez, contemplara y profundizara el perfil pluralista que caracterizaba a la carrera.
Resaltar el actual perfil pluralista no es menor en la historia de la Carrera de Sociología (la cual apenas cumple los 50 años). Sobretodo recordado sus inicio, en la década del ´50, donde de la mano de Gino Germani, se propulsaba el “predominio de la sociología científica, [y] el intento de imponer determinada corriente de pensamiento como la ciencia y descalificar todo lo otro”
[1], bajo la primacía del funcionalísimo parsoniano, se acallaba cualquier otro pensamiento crítico. Y posteriormente, durante la dictadura, donde el silenciamiento a las escuelas de pensamiento critico fue total, y donde la carrera de Sociología se tuvo que ver recluida a los sótanos de la facultad de Derecho, conservando como dice H. González, una vida vegetativa, una existencia meramente estadística[2].
De este plan de estudios es de donde heredamos el mapa de correlatividades actual, en donde resaltan los tres ejes temáticos propuestos: el eje teórico, en donde se busca abordar las principales escuelas teóricas de la disciplina; el eje metodológico, en el cual se busca enseñar los métodos y técnicas utilizados en la investigación y a su vez presentar los problemas que plantea la producción de conocimiento; y, por último, el eje histórico, centrado principalmente en la época moderna, dividido en historia europea, de América Latina y de Argentina.
Pero, con el pasar de los años, estos dejaron de ser “tres ejes temáticos que se articulan y complementan entre si” como se manifiesta en el plan de estudios, sino que a los ojos de la gran mayora de los estudiantes estos se convirtieron en tres bloques independientes y autárquicos, en donde los contenidos aparecen como disociados, pertenecientes a disciplinas diferentes, en donde se resalta el problema de las metodologías (sobre el cual hemos escrito en el anterior boletín).
Y desde 1988, año en que se puso en vigencia este plan, hasta el año pasado, no se produjo ninguna reforma del plan de estudios. Es recién en el 2008, cuando se decide reformular uno de los incisos del plan de estudios, más precisamente, el inciso F, el cual trataba sobre las orientaciones. Se buscaba dar viabilidad a una propuesta ya planteada en el plan de 1987, la posibilidad de hacer una licenciatura orientada, que desde la entrada en vigencia de este plan no había logrado tener una entidad significativa. Mediante esta reforma, se buscaba potenciar esta opción que brinda la carrera, que cada orientación se transforme en un ámbito de reflexión y de investigación común entre diferentes cátedras, es decir, que las orientaciones funcionen como verdaderas productoras de conocimiento sobre cada área específica, y no simplemente un cúmulo de cátedras particulares y aisladas.
Cabe mencionar que esta reforma se produce en un contexto muy particular. Por un lado, el clima de fragmentación impuesto por el neoliberalismo desde los años noventa y que todavía repercute en la vida universitaria fomentando un aislamiento individualista de los profesores y de las cátedras, generando a su vez un escaso interés por los trabajos y los programas de otras cátedras, dificultando así la articulación real de las orientaciones.
A su vez, esto se combina con una limitación estructural de la UBA en general, y de Sociales en particular, donde la UBA se encuentra en un claro retroceso en relación a lo que llego a ser en otros años, en una evidente decadencia. Particularmente en Sociales, pero también en las demás facultades, son años de descuido y abandono presupuestario, donde el problema edilicio se presenta como el ejemplo más evidente de este abandono y donde la falta de espacios físicos que permitan el diálogo y el intercambio de diferentes perspectivas, dificulta una vinculación real, participativa y creativa de los estudiantes y también de los docentes, que a la hora de pensar una vinculación entre diferentes cátedras que se encuentran dentro de una misma orientación, esta falta, funciona como una fuerte limitación.
Y por otro lado, esta reforma se realiza en un contexto, donde desde el rectorado se intenta implementar la mentada Resolución 2210
[3], la que en nuestra carrera tendría efectos nocivos, debido a la centralidad que tienen dentro del plan de estudios las materias optativas. La modificación del plan de estudios realizada el año pasado podría verse también como una respuesta a esta resolución.

[1] “Entrevista a Alcira Argumedo” en Historia critica de la sociología Argentina Horacio González (Comp.), pag 482, editorial Colihue, Argentina
[2] Horacio González: “Cien años de sociología en Argentina” pag 95, idem.
[3] La resolución CS 2210/03 es una resolución del Consejo Superior de la UBA que tiene el objetivo de “estandarizar” el dictado de las materias optativas en distintas facultades. Por la cual se pretende homogeneizar un espacio fuertemente plural y diverso, como son las optativas de cada facultad, mediante un mecanismo netamente burocrático. Y que tiene como trasfondo una búsqueda de ajuste presupuestario, estableciendo una división entre materias optativas y materias electivas, donde los docentes a cargo de las materias optativas no percibirán salario alguno por el dictado de esa materia ni podrán aspirar a un nombramiento, con una clara pretensión de eliminar materias optativas, pasando sus contenidos a posgrados pagos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario