jueves, 3 de septiembre de 2009

Apuntes para una transformación instituyente
Pensamientos en borrador sobre el Plan de Estudios de la Carrera de Sociología

“…el sociólogo, por su campo mismo de trabajo, no puede dejar de asumir un compromiso con la sociedad: el de estudiarla pa­ra proponerle metas e instrumentos capaces de hacerla mejor y más feliz. Ello le plantea negarse a ser un mero agente de los grupos que someten las mayorías a la explotación y la opresión, para asumir decididamente el par­tido de esas mayorías.”
Ruy Mauro Marini
Volver la mirada hacia nuestra propia formación, hacia nuestra propia práctica sociológica, se nos presenta como algo imprescindible si queremos ser partícipes en la construcción colectiva de un saber crítico, inconformista, emancipatorio y no domesticado. Sin embargo, esta actitud, prerrequisito evidente para la formulación de una ciencia social crítica, agoniza la más de las veces sofocada bajo el peso de la rutina administrativa, las prebendas académicas y la escasez de recursos. Nuestra carrera probablemente no sea el peor de todos los mundos posibles en este asunto, y sin dudas está plagada de intentos individuales o colectivos mas que valiosos. Sin embargo, lejos estamos, desde una mirada mas global, de escapar a las “generales de la ley” del individualismo y la rutina, y se hace urgente y necesario ir hasta las raíz de nuestras prácticas cotidianas abriendo un debate colectivo sobre la carrera que hoy tenemos y la carrera con la que podríamos soñar. Las vísperas del bicentenario suponen una oportunidad única, y es así en tanto las siempre persistentes efemérides suelen acicatear el debate político e intelectual, debate frente al cual nuestros saberes no pueden permanecer al margen. Si algo ha caracterizado históricamente al campo de la sociología argentina ha sido su permanente imbricación con el debate político y la cosa pública, dicha tradición, poco “cotizada” en estos tiempos merece ser retomada. Desde ContraHegemonía apostamos a que juntos, estudiantes, docentes e investigadores, intentemos dejar atrás prácticas sacralizadas y envejecidas, y convirtamos el 2010 en un año de debate y reflexión para la carrera de sociología: debate sobre la producción de conocimiento y la investigación, sobre nuestra inserción profesional y nuestra intervención social, sobre la vinculación con nuestros pueblos y por supuesto sobre nuestra formación y nuestro plan de estudios. Para nosotros, semejante debate debe adoptar la forma de una verdadera acción colectiva y constituyente, y debe sustentarse en algunos pilares básicos: ser de agenda abierta (todos los temas deben poder ser discutidos), ser democrático, y ser incluyente respecto del aporte de sectores sociales tradicionalmente excluidos de la producción de saber legítimo pero que articulan su propios conocimiento a partir de la construcción de base en organizaciones populares.
Es en este marco general que debiera abordarse la discusión sobre nuestro plan de estudios, plan que tienen virtudes y potencialidades, pero también muchos nudos posibles de ser sometidos a interpelación. Dentro de estos muchos posibles quisiéramos pasar a plantear algunos, acompañados de un cúmulo de ideas y propuestas, en gran medida en borrador y sometidas al debate entre nuestros compañeros y compañeras.



Orientación y después...

Empecemos por lo más cercano. Uno de los puntos que se puso sobre la mesa recientemente, debido a que hace poco se realizó una reforma de las mismas, es el tema de las orientaciones (véase para más información la página de la carrera
http://sociologia.fsoc.uba.ar/, y nuestra página http://chsociologia.blogspot.com/). En principio la reforma propuesta por la Dirección de la Carrera y aprobada por unanimidad en la Junta incluye varios elementos positivos para rescatar. En el plano más político esta reforma supone un enfrentamiento directo con el Consejo Superior de la universidad y con la resolución 2210/03 del mismo, ya que desconoce todas las restricciones que dicha reglamentación supone y defiende la importancia fundamental que las materias optativas tienen dentro de nuestra formación como sociólogos. A partir de esta reforma se abre la posibilidad de concursar los cargos docentes de dichas materias, posibilidad siempre negada por el rectorado, lo que significa un avance sustantivo en los derechos laborales y políticos de nuestros docentes. Por otro lado, en el plano académico y pedagógico, vemos que la reforma planteada avanza en generar mejores condiciones (información, coordinación, etc.) para realizar una licenciatura orientada, en caso que el estudiante así lo prefiera. Junto con esto entendemos que se juega una defensa política de un modelo de plan de estudios, en donde las materias optativas no ocupan un papel menor o accesorio en la formación de los estudiantes de grado, y donde el estudiante cuenta con una importante flexibilidad (aún con las limitaciones que conocemos) para elegir contenidos y perspectivas teórico-metodológicas.
Aún más importante, es que las orientaciones, por lo menos en teoría, podrían permitir la constitución de reales áreas de docencia e investigación que articulen contenidos y programas y que promuevan la producción de conocimiento conjunto entre cátedras y equipos de investigación de un mismo campo temático. Esta perspectiva de combate contra la fragmentación, la feudalización de las cátedras y el individualismo en el trabajo académico, es sumamente positiva. Sin embargo, a no engañarse: esto no va a ocurrir en la medida que no haya recursos materiales para garantizar el funcionamiento efectivo de las orientaciones, es decir, docentes rentados, dedicaciones exclusivas que permitan dedicar tiempo a este tipo de intercambios, recursos para publicaciones, lugares físicos de funcionamiento, etc. Mientras tanto, las orientaciones corren el riesgo de quedarse en buenas intenciones y algunas palabras impresas en un certificado sobre cartulina. En la labor de docentes y estudiantes está la base para hacer de esto una realidad, pero es necesario comprometer al conjunto de los docentes y estudiantes (empezando por el director y la Junta) en una lucha consecuente por alcanzar los recursos necesarios y las reivindicaciones largamente postergadas.

Por otro lado, tenemos que señalar como una limitación central la inexistente apertura a la participación estudiantil en la constitución y funcionamiento de las orientaciones. En todas las reuniones y actividades organizadas por la Dirección de la Carrera los estudiantes, a lo sumo, fuimos considerados como un público ávido de obtener información, nunca como un sujeto capaz de aportar una reflexión desde el lugar central que ocupamos en el proceso de aprendizaje y en la misma producción de conocimiento. Creemos que es urgente generar propuestas para la participación del claustro estudiantil en las orientaciones, sea mediante una comisión abierta de la Junta de Carrera u otras instancias, para desde allí poder aportar en el seguimiento de las orientaciones, en la posibilidad real de articular contenidos (evitando por ejemplo las repeticiones de textos desde una misma perspectiva), en las dificultades que aparecen a la hora de vincular prácticas diversas, en la crítica y en el aporte, en suma, en todo lo que puede sumar la mirada estudiantil dentro de este proceso.

La teoría y la práctica (y también las metodologías). Crónica de los senderos que nunca se cruzan.

Otro gran (y ya “clásico”) nudo problemático del plan de estudios es la articulación entre los contenidos teóricos, las herramientas metodológicas y la práctica concreta de investigación. Las críticas sobre este punto son bastante conocidas, algunas refieren a la desarticulación que se da entre las prácticas de investigación y las herramientas que debieran aportar las materias metodológicas; otras apuntan a una concepción con resabios enciclopedistas, por la cual primero debemos adquirir conocimientos teóricos para luego, recién promediando o terminando la carrera, realizar un intervención práctica en la realidad social mediante la investigación. En esto no hacemos más que compartir un cuestionamiento central señalado reiteradamente y en distintos ámbitos por muchos compañeros y compañeras. Por otro lado se presenta como problemática la organización de las prácticas de investigación en seminarios y talleres donde habitualmente, por las limitaciones en su carga horaria, no se pueden cumplimentar todas las etapas de una investigación, teniendo como resultado cientistas sociales que, en algunos casos, no hemos realizado durante la carrera una práctica adecuada.
Intentando abordar de alguna manera este problema la Dirección de la Carrera implementó desde el año pasado una “prueba piloto” para que los estudiantes que están en primer año hagan su primera experiencia en la investigación. Este intento tiene limitaciones importantes: por un lado se implementó un único taller, sin contemplar la posibilidad de presentar propuestas alternativas, lo cual se presta a un manejo discrecional de dicha oferta por parte de la Dirección, mas allá de la incuestionable capacidad del equipo docente a cargo; por otra parte la prueba piloto no resuelve el problema de fondo, ya que luego de esta “iniciación”, el estudiante no vuelve a tener contacto con la investigación hasta el tramo final de la carrera. Sin embargo, esta prueba piloto no deja de ser un paso adelante y tiene el enorme mérito de funcionar como una herramienta desmitificadora frente al supuesto impedimento pedagógico y académico que habría para implementar la práctica de investigación desde el inicio de la carrera.
En principio pensamos que para lograr una formación más rica en la investigación social deberíamos apuntar a la reformulación integral de la relación entre la teoría y las prácticas, y fundamentalmente entre éstas últimas y las metodologías. El objetivo debiera ser un avance relativamente acompasado entre contenidos teóricos y primeros rudimentos de investigación; una integración entre la investigación y las metodologías, para que estas últimas no aparezcan “desligadas” de la práctica; y finalmente, evitar que la formación en investigación se presenten de manera fragmentaria en un cúmulo de horas acumuladas en distintos talleres, proyecto o seminarios, sino como un mismo proceso continuo de investigación.
Se podría pensar, y esto a manera muy de “borrador”, en un taller permanente con distintos niveles, que a lo largo de toda la carrera integre práctica y metodología de la investigación. En este “recorrido” se puede pensar en un punto de partida con características mas generales e introductorias y una paulatina profundización y complejización, que podría implicar también un recorte creciente de un “objeto de estudio” propio por parte del estudiante. La aprobación del área de investigación podría realizarse mediante una proyecto final (que haría las veces de tesina) que fuera el resultado de todo este proceso, en reemplazo de las 200 hs. actuales que son la sumatoria de seminarios y talleres muchas veces desligados uno de otro.
Tenemos en claro que una propuesta de estas características no es de sencilla aplicación, implica una reformulación general del plan de estudios y, una vez mas, la obtención de recursos que le son sistemáticamente negados a la educación superior. Sin embargo la administración eficaz del status quo y de la miseria presupuestaria es justamente la receta mediante la cual decanos y gestiones de variado signo político están hundiendo a la UBA en la mayor decadencia. Se dirá que es difícil, que no se puede, que estos no quieren y que aquellos no pueden, como sea, la resignación y adoración de “lo que hay” no es un camino válido para los que queremos pensar a la crítica social como un arma en manos de los explotados.
Por otra parte estos no son planteos cerrados o recetas, son solo algunas ideas para pensar en conjunto. Lo decisivo es abrir un debate amplio y democrático, ya que del pensar colectivo surgirán sin dudas propuestas superadoras y originales.

Ausencias

Otro eje interesante para debatir el plan de estudios es pensar qué contenidos ausentes podemos identificar, por lo menos en el esquema de materias obligatorias. En este sentido las teorías sociológicas que vemos en las materias obligatorias alcanzan, en general, autores y teorías hasta los años ’70 aproximadamente, excluyendo una serie de debates que se dan en nuestra disciplina desde esos años hasta la actualidad. Deberíamos discutir de qué manera incorporar estos debates. En segundo lugar, una ausencia significativa es la falta de una Sociología Argentina y de una Sociología Latinoamericana, que permitiría recuperar una seria de autores excluidos y silenciados por la academia, revalorizando una formación orientada hacia los problemas nacionales y continentales, y que a su vez aliviaría un poco la carga de contenido que actualmente pesan sobre las historias, principalmente en Historia Social Latinoamericana y en Historia Social Argentina. Respecto a éstas (las historias) hace rato se debate sobre lo insuficiente de un cuatrimestre para su dictado, de todas formas hay que debatir variantes, ya que su extensión a anuales resulta inconveniente toda vez que no se quiera alargar aún mas la carrera. También tendríamos que evaluar si no es demasiado limitada la formación económica que tenemos, teniendo en cuenta la importancia que la misma tiene para grandes áreas de la labor sociológica.
Finalmente se pueden pensar en varias escuelas o perspectivas significativas para la teoría social que no se encuentran adecuadamente expresadas en la carrera. Se puede mencionar a autores marxistas como Gramsci, Maríategui, Zavaleta Mercado, Ruy Mauro Marini, a la teoría de la dependencia, el sistema mundo y el pensamiento de Wallerstein, a la Escuela de Frankfurt, etc., aunque se debería poner en debate qué contenidos pueden incorporarse a materias obligatorias y cuales deben quedar reservados para optativas.

No solo de vocación vive el docente

El último punto que nos interesaría tratar, referido al plan de estudios, es el tema del Profesorado. La inquietud sobre el mismo surgió recientemente a partir de la problemática concreta de la subvaloración del título en diversos distritos, particularmente la Provincia de Buenos Aires, dificultando así una de nuestras principales salidas laborales como graduados: la docencia. Más allá de las disputas político-corporativas que están detrás de la definición de incumbencias de cada título, esto debiera ser tomado como una oportunidad para abrir un debate amplio y democrático sobre el profesorado, identificando posibles desactualizaciones y falencias, sin dejarse “correr” por reglamentaciones ni tiempos burocráticos.
Desde ContraHegemonía creemos que una de las cosas que se tienen que contemplar es la posibilidad de comenzar a cursar el profesorado una vez que se terminan las materias obligatorias, en simultáneo con la culminación de la licenciatura. Creemos que esto favorecería nuestra inserción laboral y que no iría en detrimento de la formación docente al contemplar la base teórica y metodológica que hoy otorgan las materias obligatorias. Como sea, lo importante es motorizar una discusión colectiva, de la cual puedan participar la mayor cantidad de estudiantes, por lo que vemos necesario que se abran unas jornadas de discusión y reflexión, y se articulen formas democráticas para decidir qué hacer con el profesorado de Sociología.
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Estos son solo algunas líneas para abrir el debate, para pensar juntos. Insistiremos hasta el cansancio que lo fundamental es abrir un debate amplio sobre nuestra carrera y nuestra formación profesional. Buscamos dar lugar a un verdadero proceso constituyente y democrático en la carrera de sociología, proceso urgente de cara a los desafíos que la aguda crisis económica y social que vivimos nos plantea, vocación instituyente que nos arme de voluntad crítica y práctica subversiva para confluir en las luchas emancipatorias del pueblo trabajador.

1 comentario:

  1. Muy bueno el mapa de la cuestión que trazan, solo quiero agregar que desde el año 2005 se dicta en la carrera la asignatura "Sociología de la argentinidad"; en los fundamentos de la materia nos hacemos cargo de dar continuidad a los estudios de "Sociología argentina" desde una perspectiva crítica a las visiones tradicionales de la misma (ensayo de interpretación y sociología "cientifica"), y al mismo tiempo también el diseño de la asignatura está pensado como una continuidad de Historia Social Argentina. Una última cuestión, dentro de las limitaciones que impone un cuatrimestre de 12 clases, proponemos una prática de trabajo que culmine con la posibilidad de publicar la monografía final en la revista de la cátedra. En fin, quizas se les pasó mencionar nuestro pequeño aporte al vacio que mencionan. Los invito a ver el programa de la asignatura y todas las actividades que realizamos tanto de investigacion como de extensión. Saludos.
    http://www.sociologiadelaargentinidad.ecaths.com/index.php

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