De profesos y profesorados
Reflexiones sobre el profesorado de la carrera de sociología.
En el boletín anterior abordamos distintos ejes que consideramos problemáticos en el actual plan de estudios de la carrera de sociología. Entre ellos, el profesorado. Y sí, el debate abierto en torno al profesorado de sociología está dando que hablar. Originado a raíz de inquietudes a propósito de la validez del título para ejercer la docencia en la Provincia de Buenos Aires respecto a otros títulos otorgados por otras facultades y terciarios, el debate ha suscitado ciertas preguntas al interior de la comunidad académica que dieron lugar a la conformación de un grupo de trabajo dedicado a repensar nuestra formación docente, sus problemas y potenciales soluciones. Creemos que la puesta en discusión de los problemas que presenta el profesorado puede ser un punto de partida para problematizar no sólo las posibilidades y límites que ofrece como salida laboral, sino también, cierto sentido común sociológico acerca de cuáles son las salidas laborales legítimas y cuáles no lo son tanto y los supuestos indiscutidos que se esconden detrás de estas valoraciones.
Sin duda que docencia, investigación y trabajo constituyen un trípode que puede ser abordado desde múltiples dimensiones y cada uno de esos abordajes posibles nos llevaría a pensar planos diversos del problema; por ejemplo: ¿Por qué el profesorado está más asociado a la “salida laboral” que a la investigación? ¿No es acaso la investigación un trabajo? ¿Por qué la docencia se representa como un “refugio” frente a quienes no pudieron acceder a una carrera en investigación (entendiéndola como algo selecto y de elites)?
Estos interrogantes nos convocan a reflexionar no sobre asuntos burocráticos ni administrativos, sino que, por el contrario, reenvían a cuestiones profundamente políticas y éticas, en la medida en que nos obligan a reflexionar sobre “nuestro sentido común sociológico” y el modo en que éste nos va guiando en nuestras decisiones. Por supuesto que no renegamos del sentido común, pero entendemos que debemos someterlo a una crítica constante y radical –a una “vigilancia epistemológica”, diríamos.
Desde Contrahegemonía queremos aprovechar este momento en que el profesorado está siendo revisado para repensar nuestra formación como sociólogos, haciendo un alto en la carrera para reflexionar hacia dónde corremos y por qué algunas metas aparecen más valoradas que otras. En esta nota en particular, queremos hacer un recorte de este tema centrándonos en dos cuestiones puntuales: El lugar del profesorado en la carrera, por un lado, y la práctica de la docencia y su relación con la investigación, por el otro.
Empecemos, en una primera aproximación al problema, por darle un vistazo rápido al modo en que se estructura el plan de estudios de la carrera de sociología ¿Cuál es el lugar que ocupa en el plan de estudios el profesorado? ¡Lupa en mano, señoras y señores! Chiquitito pero ahí está, al final del documento, después de un largo detalle de materias y cuestiones relativas a la licenciatura. En el plan sólo se hace mención de las tres materias necesarias para obtener el título de profesor de sociología, señalando la necesidad de tener previamente el título de licenciado/a en sociología. El profesorado aparece en el plan de estudios claramente subordinado a la licenciatura. Pero, ¿acaso la labor docente vale menos que el trabajo como investigador? ¿Todos ingresamos a la carrera de sociología queriendo ser investigadores?
Desde que empezamos a dar nuestros primeros pasos como estudiantes de sociología nos presentan el mundo de la investigación como la panacea de la sociología, como la aspiración máxima que puede tener un sociólogo. ¿Qué nos dicen del profesorado o de las demás salidas laborales que nos abre nuestra formación profesional? Nos dicen tan poco como acerca de las dificultades que se presentan para el acceso a la práctica de la investigación. Porque creemos que empezar a sacar a la luz estas cuestiones largamente silenciadas es empezar a democratizar el acceso a un campo laboral cada vez más restringido, es que esperamos que la discusión sobre el profesorado inicie un debate más amplio sobre el ejercicio de la docencia, la investigación y la relación de ambas con el mundo laboral, pero sobre todo con el modo en que la carrera nos forma para eso.
La propuesta que estamos elaborando desde Contrahegemonía como posible modo de empezar a darle un lugar distinto al profesorado en nuestra formación, es la de habilitar la cursada de las materias del profesorado una vez terminado el bloque de materias obligatorias. Detrás de esta propuesta, que implica cierta transformación del plan de estudios en la que el profesorado pueda aparecer como una elección posible y no subordinada a la licenciatura, pretendemos, no sólo favorecer nuestra inserción laboral sino lograr una revalorización de la práctica docente, pensando las posibilidades que abre tanto para intervenir en el espacio de la escuela media como en el de nuestra propia formación académica.
En cuanto a la intervención en la escuela media resulta interesante pensar en la especificidad del aporte que puede realizar un docente formado en sociología, sumando a esto las potencialidades inherentes a cualquier práctica pedagógica conciente de las posibilidades que abre la “educación como práctica para la libertad”
En cuanto a nuestra propia formación, creemos que el énfasis en la importancia de la docencia permitiría desmitificar a la investigación como una receta de la que siempre desconocemos el ingrediente secreto. Entendemos que la práctica de la investigación sin la docencia es un trabajo a medio camino, dado que la investigación no puede ser, ni entenderse como, una experiencia intransferible. Empezar a valorar la docencia es empezar a creer en las posibilidades que abre una relación pedagógica que no sea sólo un depositar conocimientos acabados en recipientes vacíos, sino una instancia en la que la elaboración de las herramientas conceptuales con fines pedagógicos y la construcción dialógica del conocimiento en el espacio del aula, contribuya a una crítica y reelaboración de los modos en que se piensa y practica la investigación.
Repensar el profesorado, revalorizándolo, es avanzar en una profundización de los lazos de nuestra disciplina con la realidad social en la que necesariamente debe inscribirse nuestra práctica, es, ante todo, volver a poner la mirada sobre las potencialidades de transformación social que abre una práctica pedagógica que sea, en su concepción y en su práctica, conciente y crítica.
Sin duda que docencia, investigación y trabajo constituyen un trípode que puede ser abordado desde múltiples dimensiones y cada uno de esos abordajes posibles nos llevaría a pensar planos diversos del problema; por ejemplo: ¿Por qué el profesorado está más asociado a la “salida laboral” que a la investigación? ¿No es acaso la investigación un trabajo? ¿Por qué la docencia se representa como un “refugio” frente a quienes no pudieron acceder a una carrera en investigación (entendiéndola como algo selecto y de elites)?
Estos interrogantes nos convocan a reflexionar no sobre asuntos burocráticos ni administrativos, sino que, por el contrario, reenvían a cuestiones profundamente políticas y éticas, en la medida en que nos obligan a reflexionar sobre “nuestro sentido común sociológico” y el modo en que éste nos va guiando en nuestras decisiones. Por supuesto que no renegamos del sentido común, pero entendemos que debemos someterlo a una crítica constante y radical –a una “vigilancia epistemológica”, diríamos.
Desde Contrahegemonía queremos aprovechar este momento en que el profesorado está siendo revisado para repensar nuestra formación como sociólogos, haciendo un alto en la carrera para reflexionar hacia dónde corremos y por qué algunas metas aparecen más valoradas que otras. En esta nota en particular, queremos hacer un recorte de este tema centrándonos en dos cuestiones puntuales: El lugar del profesorado en la carrera, por un lado, y la práctica de la docencia y su relación con la investigación, por el otro.
Empecemos, en una primera aproximación al problema, por darle un vistazo rápido al modo en que se estructura el plan de estudios de la carrera de sociología ¿Cuál es el lugar que ocupa en el plan de estudios el profesorado? ¡Lupa en mano, señoras y señores! Chiquitito pero ahí está, al final del documento, después de un largo detalle de materias y cuestiones relativas a la licenciatura. En el plan sólo se hace mención de las tres materias necesarias para obtener el título de profesor de sociología, señalando la necesidad de tener previamente el título de licenciado/a en sociología. El profesorado aparece en el plan de estudios claramente subordinado a la licenciatura. Pero, ¿acaso la labor docente vale menos que el trabajo como investigador? ¿Todos ingresamos a la carrera de sociología queriendo ser investigadores?
Desde que empezamos a dar nuestros primeros pasos como estudiantes de sociología nos presentan el mundo de la investigación como la panacea de la sociología, como la aspiración máxima que puede tener un sociólogo. ¿Qué nos dicen del profesorado o de las demás salidas laborales que nos abre nuestra formación profesional? Nos dicen tan poco como acerca de las dificultades que se presentan para el acceso a la práctica de la investigación. Porque creemos que empezar a sacar a la luz estas cuestiones largamente silenciadas es empezar a democratizar el acceso a un campo laboral cada vez más restringido, es que esperamos que la discusión sobre el profesorado inicie un debate más amplio sobre el ejercicio de la docencia, la investigación y la relación de ambas con el mundo laboral, pero sobre todo con el modo en que la carrera nos forma para eso.
La propuesta que estamos elaborando desde Contrahegemonía como posible modo de empezar a darle un lugar distinto al profesorado en nuestra formación, es la de habilitar la cursada de las materias del profesorado una vez terminado el bloque de materias obligatorias. Detrás de esta propuesta, que implica cierta transformación del plan de estudios en la que el profesorado pueda aparecer como una elección posible y no subordinada a la licenciatura, pretendemos, no sólo favorecer nuestra inserción laboral sino lograr una revalorización de la práctica docente, pensando las posibilidades que abre tanto para intervenir en el espacio de la escuela media como en el de nuestra propia formación académica.
En cuanto a la intervención en la escuela media resulta interesante pensar en la especificidad del aporte que puede realizar un docente formado en sociología, sumando a esto las potencialidades inherentes a cualquier práctica pedagógica conciente de las posibilidades que abre la “educación como práctica para la libertad”
En cuanto a nuestra propia formación, creemos que el énfasis en la importancia de la docencia permitiría desmitificar a la investigación como una receta de la que siempre desconocemos el ingrediente secreto. Entendemos que la práctica de la investigación sin la docencia es un trabajo a medio camino, dado que la investigación no puede ser, ni entenderse como, una experiencia intransferible. Empezar a valorar la docencia es empezar a creer en las posibilidades que abre una relación pedagógica que no sea sólo un depositar conocimientos acabados en recipientes vacíos, sino una instancia en la que la elaboración de las herramientas conceptuales con fines pedagógicos y la construcción dialógica del conocimiento en el espacio del aula, contribuya a una crítica y reelaboración de los modos en que se piensa y practica la investigación.
Repensar el profesorado, revalorizándolo, es avanzar en una profundización de los lazos de nuestra disciplina con la realidad social en la que necesariamente debe inscribirse nuestra práctica, es, ante todo, volver a poner la mirada sobre las potencialidades de transformación social que abre una práctica pedagógica que sea, en su concepción y en su práctica, conciente y crítica.
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