martes, 1 de junio de 2010

Ya salio el Boletín de Sociología Nº6 de ContraHegemonía:



* Editorial: Los sentidos de la democratización A Continuación

* De profesos y profesorados: reflexiones sobre el profesorado de la carrera de sociología

* ¿Investigar o jugar a investigar?: Critica metodológica a las metodologías

* Entrevista a Alcira Daroqui, directora de la carrera de sociología.


Pedilo en la mesa de Contrahegemonía

Los sentidos de la democratización

“no es simplemente un conocimiento nuevo lo que necesitamos; necesitamos un nuevo modo de producción de conocimiento. No necesitamos alternativas, necesitaos un pensamiento alternativo de las alternativas.”
Boaventura de Sousa Santos
Desde ContraHegemonía presentamos un nuevo boletín sobre la carrera con un nuevo desafío a cuestas: contribuir a la construcción de una sociología crítica y rebelde desde un espacio como la Junta de Carrera –en la que somos la minoría por el claustro estudiantil- y aportando a un proyecto político compartido con la nueva dirección de la carrera encabezada por Alcira Daroqui.

Este material retoma los planteos políticos y académicos que propusimos en las elecciones del año pasado, para profundizarlos evitando caer en lugares comunes y en frases trilladas que, aunque puedan ser ciertas, en última instancia, obturan discusiones más productivas; nos referimos a expresiones como “a investigar se aprende investigando”, “la investigación es elitista”, o “el plan de estudios es viejo” por no hablar de aquellos temas que directamente aparecen invisibilizados gran parte de la carrera, como por ejemplo la situación del profesorado en particular, y el lugar que ocupa la docencia en la carrera, pero también en nuestro “sentido común sociológico” –si es que eso existe-.

Para nosotros el verdadero desafío que enfrentamos supone generar los espacios y construir las herramientas que permitan abrir la participación al conjunto de los y las estudiantes en las discusiones en que se juega una parte significativa de nuestro porvenir académico. Así –inventando y/o errando- intentaremos promover instancias para socializar los debates que se den en las juntas, a la vez que buscaremos implicar en esas discusiones a la mayor cantidad de compañeros. Estamos hablando aquí en un sentido de democratización: democratizar la participación estudiantil.

Existe otra dimensión del problema que, a nuestro entender, nos interpela con más brusquedad porque se trata de una dimensión más compleja que viene a mojarle la oreja al sentido común sociológico; queremos tensionar y problematizar las lógicas de producción y circulación de los saberes académicos, y queremos hacerlo a partir de una crítica de las prácticas reales y concretas que se desarrollan actualmente, no para desecharlas sino para aprender de ellas e intentar captar el sentido que les damos y cómo éstas, a su vez, nos van constituyendo a nosotros como sujetos productores de un tipo de saber académico. Nos estamos refiriendo entonces a otro sentido posible para la palabra democratización; en este caso, hablamos de democratizar el conocimiento y el modo en que nosotros, como estudiantes, participamos de su construcción, pero también el modo en que deberíamos participar.

Para terminar esto que es una presentación y empezar con lo que esperamos sea sólo una presentación para seguir profundizando, queremos dejar planteado que para nosotros la sociología se enfrenta con el hermoso dilema intelectual, político y ético que supone lidiar con un objeto que necesariamente se inscribe en un territorio donde la neutralidad no es posible; la sociedad es un permanente escenario de confrontaciones en donde las clases dominantes marginan, excluyen, reprimen y si es necesario liquidan, a la vez que invisibilizan y producen como “no existente” esa opresión.

Nuestra opción es por una sociología rebelde que, interpelando a nuestra propia subjetividad, no se conforme con lo “existente”, que pueda disputar con los saberes hegemónicos y construir herramientas que nos permitan visibilizar los órdenes de inhumanidad que en todos lados se reproducen y, al mismo tiempo, armarnos para la confrontación en la teoría, pero sobre todo, en la práctica.

Es en este sentido que nos sentimos terriblemente movilizados cuando leemos al final de “Los hechos armados” –ese libro que Marín terminó de escribir en los primeros meses de 1976 y que echaba una luz tan fuerte sobre el carácter y las orientaciones que iban asumiendo las luchas sociales en el país-, una frase que sintetiza lo que para nosotros debe ser la determinación intelectual, política y ética de una sociología contrahegemónica que sienta la urgencia de las tareas que tiene que desarrollar: “se nos agolpan y entremezclan infinitos interrogantes, queremos saber más… ¡necesitamos saber más!”

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