jueves, 3 de septiembre de 2009

ALAS que cayó al mar, que no pudo volar,
yo te invito a mi pueblo y buscamos juntos el mismo cielo
Pablo Milanes (con retoque)
Entre el 31 de Agosto y el 4 de Septiembre, si la gripe porcina lo permite, se realiza el XXVII ALAS en nuestra querida Facultad de Ciencias Sociales. Nuestra propuesta es que se realice conjuntamente con competencias de alto riesgo, al estilo de: haga kayak mientras lee los cuaderni, en el subsuelo de Bulnes, o esquívame cachos de techo mientras me hablas del joven Marx, en los baños de MT. Los organizadores nos respondieron que el estado físico de los sociólogos y sociólogas de nuestra América no es el más adecuado para este tipo de actividades, sin embargo nosotros estamos convencidos de que tenemos ventajas sobre cualquier Universidad, no de latinoamérica sino del mundo, en esas disciplinas, y que sería una pena desaprovecharlas.



Más allá de esto, nos surgió una pregunta, ¿qué carajo es el ALAS? Crí, crí; crí, crí. Nos pusimos a buscar y lo primero que encontramos es que ¡él es en realidad ella!, se trata de la Asociación Latinoamericana de Sociología, que fue fundada en Zurich en 1950 durante el Primer Congreso Mundial de Sociología. O sea que empezamos joya, la asociación latinoamericana se fundó en tierras de Heidi, eso de desde América para América no estaba muy de moda en estos ámbitos. Su actividad fundamental será la realización de congresos latinoamericanos bianuales (en varias ocasiones el período entre uno y otro fue mayor a dos años), por ello le cambiamos el artículo, la sigla ALAS se asocia inmediatamente con el congreso.
La creación de la asociación derivó de una larga tradición de enseñanza de sociología en latinoamérica, que podría tener su primer hito en 1882, con la apertura del primer curso de sociología del mundo en la ciudad de Bogotá, y por otro lado con un fuerte proceso de institucionalización que se venía dando hacia la década del 40, con una serie de centros de enseñanza, institutos y cátedras en distintos lugares de nuestra América que comenzaban a confluir. Aunque no lo crean, un núcleo fundamental de este proceso será la sociología argentina, de la mano de Alfredo Poviña, quien fue uno de los fundadores y ocupó el cargo de presidente durante trece años (1951-1964). Es así que el primer Congreso de la asociación se realizó en 1951 en Buenos Aires, para no volver hasta el 2009 –casi como el cometa Haley-. Nobleza obliga, el desarrollo de la sociología de muchos países latinoamericanos fue posible gracias a los intercambios y reuniones que promovió la ALAS.
Los congresos y la asociación fueron, desde su fundación, un espacio de disputas entre dos formas de encarar la sociología (vale decir que fue también una disputa por financiamientos y reconocimientos institucionales): por un lado aquella más identificada con una sociología de cátedras, con gente que provenía en gran parte de otras disciplinas (muchos de ellos ocuparon importantes cargos en sus países de origen: presidentes, ministros, etc.), representada por la figura de Poviña, y por otro, aquella que defendía una sociología profesional, con un programa de sistematización de métodos y teorías, personificada por Germani. Hacia mediados de la década del sesenta comenzó a producirse una síntesis, con elementos de ambas tendencias, que dio origen a una sociología crítica y produjo discusiones interesantes, como por ejemplo, aquellas que giraron en torno a la teoría de la dependencia.
Y todos comieron perdices… Nooo, el ALAS es, principalmente, un espacio que gira en torno a la lógica académica mercantil. Hoy por hoy, se produce en torno al campo académico una lógica paperista, que tiende a premiar más a aquellos que se presentan continuamente en congresos y tienen sus certificados de asistencia, que a aquellos que trabajan por lo bajo, y elaboran cuidadosamente sus investigaciones, presentándose y publicando menos, pero con aportes reales y sugerentes y no meros requechos de trabajos previos. Los congresos, en lugar de ámbitos de discusión, trocan en ámbitos de disputa por terrenitos dentro de ese espacio tan exiguo que es la academia institucionalizada, que permite acceder a becas, financiamientos y etcéteras.
El Congreso ALAS, la creme de los congresos sociológicos, posee una estructura que dificulta la producción de ámbitos en los que puedan darse discusiones ricas y amplias, ponencias extremadamente cortas, tiempos muy acotados, matrículas muy caras, no hacen más que acentuar el embudo que dificulta el acceso al masivo. Por otro lado, lejos de darse una articulación con las voces populares, se trata de un ámbito para escuchar al “intelectual famoso de turno” hablar en difícil para un público de expertos.
Con todo, se trata de un espacio en el que nos encontramos diversos estudiosos de lo social de toda Latinoamérica y un ámbito interesante para desarrollar disputas. Muchos compañeros y compañeras, interesados por la producción de conocimiento al servicio del campo popular y no solamente por los papelitos, habilitan a pensar y debatir cuestiones novedosas y productivas. Nuestro objetivo es una sociología crítica de las condiciones de inhumanidad que se producen en las sociedades capitalistas, una sociología transformadora, no con papagayos que reciten de memoria, sino con sujetos críticos que le pongan sus cuerpos al cambio social, en eso estamos...

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