domingo, 5 de julio de 2009

Entrevista a Daniel Feierstein

"La carrera de sociologia de la UBA es uno de los ambitos academicos de grado con mayor variedad temática de las universidades argentinas"

1. Opinión general sobre el plan de estudio de la Carrera de Sociología (relación con contexto social y académico general y de la UBA en particular, defectos, virtudes, potenciales cambios).

El plan de estudios actual de la Carrera de Sociología se creó como parte de una discusión muy rica y potente encarada por los distintos claustros durante la década de los años ´80, cuando la Carrera se encontraba discutiendo tanto su propia pertenencia espacial e institucional (aún no existía una Facultad que la albergara o conectara con otras Carreras), cuanto su propio sentido, en tanto había sido creada entre 25 y 30 años antes, pero habiendo atravesado etapas de persecución, cierres, depuraciones de su plantel docente, exilios, etc.



El producto de dichas discusiones tuvo, como era lógico, puntos altos y bajos. De una parte, la carga del positivismo aún era muy fuerte en los modos de pensar las ciencias sociales (a mi modo de ver, lo sigue siendo) y por tanto la carga de toda un área de metodología (tres materias cuatrimestrales consecutivas y correlativas), sin anclaje en un proceso de investigación concreto sino como herramientas abstractas difíciles de articular con los procesos reales del conocimiento, constituyó y sigue constituyendo uno de sus puntos más problemáticos.
Vinculado a esta cuestión, los seminarios y talleres (al no articularse con un proyecto de investigación desarrollado por los estudiantes a lo largo de su Carrera) se convirtieron en algunos casos en ámbitos de reclutamiento de mano de obra gratuita, en las que la posibilidad de aprendizaje quedaba librada al nivel de compromiso docente de sus directores, al no existir claridad acerca de los objetivos buscados a nivel formativo
en la participación en estos ámbitos (en otros casos, se terminaba transformando a los mismos en una asignatura más, para el caso solución preferible a la de un espacio de apropiación del trabajo estudiantil, pero tampoco diferenciable como trayecto formativo).
Por último, uno de las pérdidas más graves explicitadas en dicho Plan (y producto de cierto "facilismo" que ya comenzaba a permear a fracciones del claustro estudiantil y que ha avanzado mucho más aún en estos años) fue la eliminación de la tesina de grado, que volvió posible el absurdo de que, eligiendo las asignaturas con cierta "habilidad para zafar" pudiera recibirse un estudiante de sociólogo sin escribir más de cinco o seis páginas sobre ningún tema en toda su Carrera. Y aún aquellas asignaturas que cuentan con un "trabajo final", no pueden ni suelen exigir en el mismo un nivel de desarrollo equivalente al de una tesina de grado, lo cual sería extralimitarse en sus funciones en tanto docentes de una cátedra.
Como elementos positivos, creo que lo que más merece destacarse es el amplio espacio otorgado para la "formación optativa" (tanto a nivel de teorías sociológicas como de sociologías especiales o seminarios de investigación), lo cual ha convertido a la Carrera de Sociología de la UBA en uno de los ámbitos académicos de grado con mayor variedad temática de las universidades argentinas, lo cual permite tanto un enriquecimiento peculiar de sus estudiantes como el desarrollo de su carácter crítico o la amplitud de miradas sobre la realidad, desde el ámbito de la producción económica o las correlaciones de fuerzas políticas hasta los ámbitos de la salud, la educación, la cultura, la tierra, la guerra, la muerte, la memoria u otros campos de desarrollo de las relaciones sociales. Es sintomático que sea precisamente esta riqueza la que se propongan atacar los modos de rutinización burocrática del Rectorado y no, por ejemplo, la exigencia de reinstalar una tesina de grado, lo cual sería un aporte enriquecedor para nuestra Carrera.

2. ¿Qué son las orientaciones? ¿Qué entidad real tienen actualmente? ¿Es necesario potenciarlas o hay que pensar otras formas de construcción de pensadores sociales críticos?
Sí es necesario potenciarlas ¿cómo? Si es necesario pensar otras formas ¿cuáles?

Las orientaciones fueron pensadas originalmente como grandes ejes de articulación de problemáticas abordadas por las Ciencias Sociales. Creo que era una idea interesante, que nunca tuvo una entidad significativa, que nunca pudo desarrollar su verdadera potencialidad. Sin embargo, no se puede culpar de ello a una gestión específica de la Carrera, ni siquiera a quienes diseñaron y pensaron este Plan de Estudios en los años ´80. Las condiciones de trabajo en la Universidad (y en la UBA en particular y dentro de ella con más fuerza en Facultades discriminadas y cuasi-abandonadas presupuestariamente como la de Sociales), sumadas a la hegemonía de cierto aislamiento individualista, ha generado escaso interés por parte del cuerpo docente en destinar tiempo y energías a articular las orientaciones. Ello requeriría conocer lo que otros docentes investigan o dictan en sus clases, buscar puntos de convergencia, discusiones analogables, eliminar reiteraciones (¿es necesario leer en 3 o 4 asignaturas distintas el Cap. XXIV del Tomo I de El Capital?), establecer correlatividades para poder avanzar sobre discusiones ya iniciadas en otras asignaturas, etc. No es que no se haga nada de esto, pero en los casos en que ocurre responde más a iniciativas individuales de determinados docentes o cátedras que a una decisión institucional. Claro que con docentes con una mayoría de dedicaciones simples, muchas veces sobre-empleados, que dictan más horas cátedra semanales de las posibles para equilibrar su presupuesto, estas articulaciones institucionales se vuelven difíciles.
De todos modos, sigo creyendo que las orientaciones son un modo de organización totalmente válido y ante la pregunta sobre su posibilidad o necesidad de potenciación, creo que efectivamente deben ser potenciadas, aprovechando quizás otros modos de comunicación más viables en este momento histórico (listas de discusión, reuniones virtuales, consultas sobre definición de criterios, ámbitos de reunión flexibles), que permitan una participación amplia que no implique necesariamente un compromiso horario fijo sino variable.
Sin embargo, asumir el compromiso de conocer los programas de los colegas que trabajan en la misma orientación debiera ser la mínima responsabilidad de un docente universitario. Una ayuda en este sentido, muy fácil de implementar, sería que la Carrera enviara dichos programas año a año a los docentes que participan de cada orientación, entre otras medidas de mero carácter informativo que podrían servir para comenzar a darle mayor entidad a las orientaciones. Un paso posterior, del que aún estamos lejos, sería el de poder lograr también una mayor comunicación inter-orientación y no sólo intra-orientación, como modo de encontrar puntos de articulación aún en ámbitos de investigación con objetos de estudio diferenciados.

3. ¿Qué es la resolución 22/10 del Consejo Superior? ¿Qué problemas representa para nuestra Carrera?

La Resolución 2210 surge a fines de 2003, bajo el rectorado de Etcheverry, como un intento por "ordenar" las currículas de las Carreras de la Universidad de Buenos Aires, desde una visión positivista que centra su modelo de formación en ámbitos más técnicos como la medicina, la arquitectura o la ingeniería. Estos ámbitos técnicos se estructuraron como Carreras estableciendo la necesidad de contar con algunos elementos de ciencias básicas (biología y química en unos casos, física y matemática en los otros), y luego en la posibilidad de dar cuenta de la tremenda variabilidad de lo técnico-instrumental en esta etapa del desarrollo productivo, cambiante año a año y abordado desde esta perspectiva en el campo de las "materias optativas". El desarrollo científico, sin embargo, ha sido muy distinto del desarrollo técnico y la delimitación de lo básico frente a lo técnico se vuelve más compleja, en tanto el propio eje de las ciencias involucradas (sean éstas la física, la biología, la sociología o la antropología) se encuentra permanentemente en discusión y el eje de lo "optativo" no refiere en verdad a cuestiones técnicas cambiantes sino a modos de abordaje cualitativamente distintos de los modos de pensar las relaciones sociales y de objetos de estudio específicos que pueden precisamente cuestionar, enriquecer o criticar estas modalidades de abordaje a nivel de la propia "ciencia básica".
Pero, por otra parte, la Resolución 2210 implicó un exceso absoluto de poder por parte del Consejo Superior, al adjudicarse la arrogancia de poder definir una modalidad única de estructuración curricular para el diseño académico de las carreras de la UBA, sin que ninguna comisión interdisciplinaria analizara la pertinencia de dicho modo de organización para el variado conjunto de Carreras y ámbitos disciplinarios que cubre la Universidad de Buenos Aires.
Para nuestra Carrera el riesgo es alto, precisamente por las características que había definido como el punto más rico de nuestro Plan de Estudios, que consistía precisamente en la multiplicidad y riqueza de las materias optativas. Eso no quita que no nos debamos como Carrera una discusión sobre los modos de elección de las materias optativas, sobre la pertinencia de cada propuesta, sobre la posibilidad de que al tiempo que algunas se sostienen en el tiempo otras puedan ir transformándose y variando o pierdan la relevancia histórica que les diera origen a su surgimiento, etc. Pero sin dudas que las limitaciones que establece la Resolución 2210 (que sólo pueden dictar materias optativas los profesores que dictan materias obligatorias, que no pueden dictarse asignaturas optativas por más de tres años consecutivos, entre otros elementos) implicarían la destrucción del Plan de Estudios de nuestra Carrera tal como lo conocemos.
De todos modos, el intento de discusión que se ha abierto estos dos o tres años acerca de las orientaciones, la delimitación de materias electivas y materias optativas, etc., es un paso en un intento de adecuar el Plan de Estudios a la lógica burocrática de la 2210, lo cual no me parece necesariamente desacertado. Quizás nos deberíamos (como comunidad) una discusión que estuviera más atenta a las necesidades formativas de los estudiantes que a la lógica gremial docente (esto es, no es cierto que todas las materias optativas deben transformarse en electivas, lo cual es poco viable, pero se vuelve difícil establecer prioridades que no parezcan argumentos ad hominem para dejar a tal o cual docente afuera de su posibilidad de institucionalización). Lograr institucionalizar mecanismos más transparentes de designación docente (concursos por área temática de conocimiento o por orientaciones, por ejemplo, designación de todos los nuevos cargos por concurso, entre otras modificaciones que transparentarían el funcionamiento académico de la Carrera) sacaría del medio la discusión gremial para poder evaluar con un criterio más abierto y sólido la pertinencia de cada materia con respecto a nuestro Plan de Estudios, desgajando esta discusión de la del tipo de puesto de trabajo brindado a cada docente.

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