domingo, 5 de julio de 2009

Editorial

"Pensar desde abajo"
La sociología es en plenitud una ciencia, pero sí una ciencia difícil. Al contrario de las ciencias consideradas puras, ella es por excelencia la ciencia que se sospecha de no serlo.
PIERRE BOURDIEU
[E]stamos sometidos a la producción de la verdad del poder y no podemos ejercer el poder sino a través de la producción de la verdad.
MICHEL FOUCAULT
¿Por dónde empezar a desanudar la madeja de algo a lo que se le ha dado el nombre de Carrera de Sociología? ¿Cómo pensar las relaciones de poder que la atraviesan y que nos atraviesan como parte ella? Si es una ciencia, ¿quién le ha dado ese estatuto y para qué?

La verdad que para empezar a ponerle palabras a estos interrogantes necesitamos fuerza, armas, nos han desarmado moral, material y culturalmente, nos sentimos un poco derrotados, pero a no desesperar, el camino es largo y recién comenzamos, hay pequeñas alegrías que nos obligan a pensarnos como sujetos capaces de construir ordenes humanos, sujetos capaces de construir desde abajo.
Derrotas sangrientas y “consensos” posteriores que se asentaron sobre los cuerpos mancillados del campo popular nos han construido como sujetos críticos un tanto obtusos, pensamos al poder y al saber con las palabras del vencedor, le damos sentido a nuestros fracasos en base a lo que ha hecho o dejado de hacer “el que está arriba”, no nos pensamos capaces de producir poder, capaces de transformar el orden vigente y también, hay que decirlo, capaces de reproducirlo. La esencia de las fuerzas del régimen es reproducir el orden de inhumanidad existente, machacar sobre lo bien que lo hacen es casi darles ánimo, la cuestión no es tanto “develar” como los “malos” nos reprimen, sino, cómo pensarnos como personas que pueden y deben desobedecer cualquier orden inhumana, personas que pueden y deben construir un orden distinto más allá de lo que hagan los dueños del mundo y sus lacayos y estas ideas deben hacerse carne en los cuerpos, si no, mueren siendo solo palabras.
Michel, pese a lo mucho que ha sido utilizado por un postmodernismo derrotista, es un tipo que nos ayuda a pensar, nos dice: muchachos y muchachas, si quieren tener poder produzcan saberes, si solo se ponen en posición de víctimas de la coerción ejercida “desde arriba” les va a costar un poco. Pensemos con él, excepto dos o tres verdades que es absolutamente necesario “develar”, como por ejemplo: que los dos amigos de Homero que trabajan en la planta nuclear se llaman Karl y Leni (agréguenle una n al segundo y el apellido que ya saben al primero y tenemos al Groening socialista que todos sospechábamos) o que la canción “el payaso plín plín” tiene la misma melodía que “que los cumplas feliz” (develamiento hiriente que ha provocado situaciones de autismo en masa), la cuestión no es descubrir lo que hay por detrás de las ideas que produce el régimen, sino, producir nuestras propias ideas en confrontación con aquellas.
Lo que queremos tomar de las personificaciones históricas de las luchas del campo popular: Marx, Lenin, Trotsky, Rosa, Mella, el “Che, Fidel ¡cuantos faltan!, no son verdades fetiche que nos inmovilicen, sino su capacidad de sintetizar, con la pluma o con el fusil, saberes dispersos en el campo popular, saberes insumisos, insurgentes, que hacían carne en las masas. Tomamos de ellos lo que nos sirve para resignificarlo, para crear saberes que se correspondan con las condiciones con las que nos topamos, siempre novedosas, no los tomamos como iconos a repetir, no nos sirven así, se mueren en el acto, su legado es la convicción de que para transformar las estructuras, hay que inventar.
¿Y con esto qué? De a poco, ahí volvemos, ¿cómo pensar desde abajo la Carrera de Sociología si nos encontramos desarmados? Bueno, para empezar podemos leer a “los que saben” pero haciendo el camino inverso, no eligiendo tal o cual discurso, sino, utilizándolos como insumo para nuestras propias producciones, poniéndolos en discusión entre ellos, tomando lo que nos sirve y desechando lo que no, construyendo alianzas con aquellos saberes que nos resultan útiles para luchar en ciertos espacios concretos. Es en este sentido que venimos intentando dar una discusión a partir de entrevistas a docentes de nuestra Carrera en torno a cómo se estructura el proceso de formación de la conciencia sociológica. En esta ocasión quisimos utilizar las palabras de quienes fueron candidatos a directores de Carrera en la última elección tomando como eje nuestro Plan de Estudios.
Creemos que la forma en que estructuramos nuestras cabecitas en estos añitos en los que pasamos de ser simples estudiantes a ser unos sociólogos pomposos es un buen punto de partida para comenzar a dar disputas, la Carrera de Sociología es partera de sujetos, los cinco años –seguramente más- de sexo previos al parto son netamente políticos, producen un saber y un poder que nos determina de una forma y no de otra, debatir en torno a estas cuestiones, construir nuestras propias propuestas, dejar de ser estudiantes escuchadores para ser estudiantes productores de discursos –discursos que para tener éxito se tienen que articular, necesariamente, con discursos y prácticas de otros- no solo puede modificar las condiciones mutilantes que pueda tener la Sociología como disciplina, sino que puede modificarnos como sujetos, puede des sujetarnos.
¿Esto se resuelve discutiendo solamente el Plan de Estudios? Ni por asomo. Esto es solo agarrar con una uña un hilito de la madeja, pero por algún lado tenemos que empezar. Si nos hacemos compañía, y algunos mimos por que no, si somos varios en el estacionamiento tomando una birra y discutiendo estas cosas, si articulamos nuestros saberes y poderes para producir movimiento, si comenzamos a pensarnos como cuerpos insumisos, quizás ese hilito se vuelva algo más grande, quizás podamos comenzar, a pensar desde abajo…

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